Los DDHH con memoria y hacia el futuro

La relevancia de los DDHH son un ancla que ayuda a discernir con mesura y sensatez lo que acontece en medio de los prójimos, y cuando se requiere, con valentía, con un fundamento siempre justo. La memoria del pasado en las naciones heridas por dictaduras y procesos álgidos de violencia, hostilidad y polarización, como es la nuestra, nos hace recordar no sólo años y períodos en específico, sino la precariedad de la existencia humana, la tentación a la mezquindad extrema, a lo proclive de envilecerse para premeditar, organizar y usurpar los recursos de las instituciones para violar los derechos de los ciudadanos que se amparaban y ayudaban de ellas.

Es esta noción de la naturaleza humana lo que hace de los DDHH no un tema para la interpretación y hermenéutica de sucesos del pasado, sino como un criterio con el cual resguardarnos de nosotros mismos, ante los caprichos, maquinaciones y configuraciones de los procesos históricos y la delimitación de normas. O sea, una posición desde donde no sólo se repara, sino que se previene.

Para nuestros días, hay realidades que se van estableciendo y perpetuando desde lógicas que ponen la urgencia, énfasis y afán en la reducción materialista y especulativa del dinero, el mercado y el aislamiento de los individuos como meros consumidores, reductos que sirven para nutrir ese circuito de contratos e inversión, como si la libertad debiera ignorar a la comunidad.

Lo anterior se mira con un falso dilema de oponer al individuo a la comunidad, cuando estos son codependientes. Cuando se sobre enfatiza al individuo, y además, este, como opuesto a la comunidad, no se logra ver, quizá por ideologías egoístas y tramposas, que es la comunidad la que está reflexionando para resguardar a sus integrantes, y viceversa. Miramos al pasado y recordamos que fue la organización valiente y arrojada de un puñado de personas que fue la que se ocupó de levantar casos, judicialización y leyes que resguardaran a los individuos, y adquiere lógica natural de especie, el que el apoyo mutuo resguarda sus partes para el todo.

Cuando se sobre enfatiza las crisis “meramente” económicas para justificar la marginación, omisión y recorte de recursos para la subsistencia de una parte de la población, se está dejando a un lado el deber de protección, para amputar derechos que se protegerían en el deber. Tomar el deber implica mirar a los costados y atrás, el resguardo no sólo es memoria, sino que es la memoria que respalda la mirada del presente y previene el futuro. Entonces no sólo resta discernimiento el evadir el pasado, sino que es ingenuo y podría pensarse, maligno, quitar la mirada a las proyecciones del futuro enfocado sólo en el consumo del presente.

Por esto los DDHH no son materia sólo del pasado, sino que con el pasado aprendemos a cómo pensar la cohesión que requiere la comunidad para resguardarse en lo que apremia en el presente y también tomando las lecciones para el futuro, sin engaños, considerando que la vulneración de derechos de uno, sumado al de otro, y así sucesivamente, nos hace ver que ya no son casos aislados, y hay algo en nuestra cultura, legislación, instituciones y sistema completo que no está funcionando para la protección de unos y todos. Si las condiciones sociales permiten la vulneración de derechos de algunos, ¿Qué hace pensar a los demás que no podrían ser ellos mismos en otro momento los vulnerados?

En tiempos como los que corren, no debemos dejarnos engañar por falacias que buscan mirar de un lado a otro sin evidenciar las uniones, en las que nos necesitamos para una sociedad que sea lugar donde el dolor no sea algo que provenga de nuestra propia organización.

Félix Torres Hevia es ensayista y cineasta documental, con investigaciones sobre memoria histórica, violencia estructural y derechos humanos en Chile. Complementa su trabajo con estudios en antropología filosófica y ética cristiana, integrando reflexión crítica y justicia social.

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